Velas.
Sumerges en el pocillo
el trozo humeante,
suavemente lo giras
cubriéndolo de salsa.
Muerdes...
me estremezco
sintiendo tus dientes
en mi carne,
Estoy en tu boca,
atrapada por tu lengua,
deshaciéndome,
Me miras.
Quisiera preguntarte
si el bocado te supo a lluvia,
a peumos, o trigales.
La voz se niega calcinada
en el brasero de tus ojos.
Nada dijiste...
¡Caníbal!
devorándome el corazón.
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