¡Cállate!
¡Cállate!
deja que el silencio
oculte el amargo
rencor de la palabra.
¡Cállate!
que cuando volvamos a mirarnos
será muralla peligrosa
la torpeza dolida de la boca.
¡Cállate!
mientras cierro los ojos
reconstruyendo la inocencia,
tragándome el miedo.
¡Cállate!
Deja que se enfríe
el juego de bravura
y la insolencia duerma
el sueño voraz de los injustos...
Y entonces..
el silencio será dedos
auscultando la temeridad
absurda,
de seguir amando.
0 comentarios