Carretera

La carretera huye
en un galope de palabras.
Tiene miedo a las tenazas
de la voz
y a las manos de la noche
que reclaman tu vida
por el cemento.
Todas las mejillas
se ponen pálidas,
hay un temblor jadeante
en los pechos,
el alma, segura de su finita
vida cercenada
huye a las profundidades
del cielo.
Atrás quedan sonrrisas y lágrimas
con tal frescura en la memoria
que la herida intenta dormir
bajo los párpados abiertos.
Tu piel terrestre fué trapasada
de alaridos
y tus ojos rodaron mágicos
entre metales y vidrios.
Al sol que todo barniza
los pájaros callan
avergonzados sus trinos,
tu sombra se escurre,
se desliza por el camino.
¡dejenme llorar mi muerto!
el ocupa su lugar
como paloma y astro.
¡dejenme llorar mi muerto!
el alma ha perdido tanto.
La noche desciende por el cielo,
en las manos...
lo que debió ser,
en el corazón.....
un silencio...
La luna malherida
se me angustia en la garganta
y tu sangre perdida y la mía
se mezclan sobre la calzada.
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