a Marcela
La mujer de mi hijo
está hecha de agua,
tierra y semilla,
en un doblez de su vientre
alberga una esperanza
pequeñita.
La mujer de mi hijo
me habitó completa,
oliendo como huelo
después de oler ajena.
La mujer de mi hijo,
callada, morena
parirá para mí...
-una tarde-
una estrella.
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